LANGOS

LÁNGOS

 

El snack más famoso de Hungría incorpora los ingredientes más europeos y es un famoso remedio contra la resaca

 

El lángos (pronunciado “langosh”) es uno de esos tentempiés que adoras después de una noche de fiesta, de una caminata larga o de un día de verano con tus amigos en el parque. Es grasiento pero esponjoso, dulce y ácido a la vez y si tienes donde limpiarte las manos luego, nunca decepciona.


 

Ingredientes

Aceite vegetal, Azúcar, Sal, Harina de trigo, Levadura, Queso rallado, Crema agria, Ajo

 

EXPLORA LOS INGREDIENTES

 
 

 

Lángos = En llamas

 

Un pan frito

Antes de llegar a Hungría, cuando todavía vivía en Tailandia, conocí a un hombre que había viajado extensamente por Centroeuropa. Al saber que me iba a mudar a Budapest, me dijo: “tienes que probar el lángos, te va a cambiar la vida”. Desde entonces, escuché muchas veces más esa recomendación. La gente que había estado en Hungría mencionaba este tentempié mucho antes que el famoso gulash. Yo no entendía bien a qué podía saber una masa de pan frita. Imaginaba un dónut o algún otro pastel dulce, pero no un pan aliñado con ajo y crema agria que supiera tan bien como contaban.

El lángos se solía cocinar al fuego (de hecho, la palabra lángos viene de láng, “llama”) con el resto de masa que sobraba de elaborar los panes. Los panes levados se horneaban en grandes hornos de ladrillos una vez a la semana para evitar el despilfarro energético (de amasar kilos de masa y de calentar el horno) y con lo que sobraba de masa se hacían unos panes planos que se cocían al momento al fuego, en la entrada del horno, y eran el perfecto desayuno.

Con la llegada del comunismo a Hungría (1949) las familias ya no disponían de excedente de harina para cocinar panes cada semana ni de tiempo para hacerlo. Pero después de la revolución de 1956 volvieron los pequeños negocios y los lángos, ya no en casa sino vendidos en los mercados y cocinados sin necesidad de un horno. El lángos frito en manteca de cerdo o aceite vegetal se convirtió entonces en la comida callejera más popular del país y hasta nuestros días.

La masa se hace con ingredientes simples. Se mezcla harina blanca, sal y un poco de azúcar para después agregar la mezcla de agua con levadura seca. Se empieza a amasar agregando más y más agua hasta que llega a la consistencia adecuada, similar a la de la masa de la pizza. Seguidamente se crean bolas de masa y se dejan reposar para que la levadura haga su trabajo. Después de aproximadamente una hora se aplanan las bolas para que parezcan discos en los que los bordes son más gruesos que el centro y se echan en aceite hirviendo para freírse. Cuando la masa es de un color bronceado, se saca y se deja que elimine el exceso de aceite.

El lángos ya estará listo. Ahora vienen los toppings, si se quieren. Hasta los años 80 solamente había tres opciones: solo (sima lángos), con ajo y sal (fokhagymás lángos) o con patata en la masa (krumplis lángos). Entonces se introdujeron los ingredientes más preferidos hoy en día: la crema agria y el queso rallado (sajtos tejfölös lángos).

Primero se añade el ajo picado encima de la masa aceitosa para pasar a embadurnarla con crema agria y rematarlo con queso rallado (siempre de bolsa y curiosamente frío). El resultado es una masa caliente y esponjosa que te deja las manos llenas de aceite, pero la barriga llena. La crema agria ayuda a rebajar la pesadez con su acidez y el queso es un añadido típico pero que puede resultar un poco extraño por la diferencia de temperatura.

Actualmente se pueden encontrar puestos de lángos que ofrecen muchas más variantes. Con salchicha o panceta, con cebolla, con pimiento e incluso hay versiones dulces.

 
 
 
 
 

Un tentempié ocioso

El lángos no se cocina en casa. Es la comida callejera por excelencia. Se come en mercados, ferias, parques y festivales. Es un plato calórico que te llena en el tercer bocado y por eso es mayormente disfrutado después de haber quemado mucha energía. Así, cada vez hay menos puestos de lángos por el centro de Budapest; para encontrarlos hay que ir al mercado de Lehel o el de la plaza Rákóczi, o a parques como Városliget o Normafa.

En algunos restaurantes de la ciudad sirven versiones modernas del lángos, más pequeñas, como aperitivo. Pero nuca es lo mismo que pararte en un día de verano a comer un lángos después de una caminata por el parque o por las orillas del lago Balaton.

 
 
 

Teniendo como ingredientes representantes la masa de harina de trigo, el ajo y los lácteos de vaca, este tentempié bien podría ser un emblema de Europa. Son ingredientes y técnicas tan antiguas como la civilización romana, sustentada por el pan; y las tribus del norte de Europa, sustentadas por los derivados lácteos. El panem et circenses todavía sigue vigente en Hungría donde pan (frito) y ocio van de la mano.

 
 
 

El plato más emblemático de la comida callejera húngara te llena el estómago y te unta las manos

 

 

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